jueves, 17 de julio de 2014

Preludio

Quizás hemos estado siempre en el mismo lugar.
En la indecisión de dar un paso al frente
y aceptar la insistencia del presente.
Donde se agotan las salidas,
donde el disimulo y la coincidencia se liberan finalmente,
apartando la desesperación vacía,
dejando a solas tu mirada en la mía.
Descubriendo el sarcasmo de esta bella mentira
que se muere por no ser creída,
pero quiere ser el punto de partida
a la perdición que ya estaba escrita.

Con paciencia, y también sin ella,
he descubierto que cada laberinto dibujado en tus labios
me conduce a tu boca.
Y otras veces, para mi trágica suerte,
me he perdido entre números,
tus ojos y mi mente,
entre tus lunares y la idea de perderte.
Esa, tan insoportable siempre,
tan ilógica como nuestra conversación ya sin aliento,
sobre el dulce silencio que encierra un inevitable encuentro.
Que es precedido por el magnético acercamiento
de rodearte con mis brazos que, en vez de manos,
terminan deslizándose en escalofríos,
sobre la textura más suave que jamás hayan recorrido.

Porque ya no es cielo, ya no es firmamento,
es sonrisa que no obliga pero tampoco invita.
Porque sólo me recuerda que ya es mía,
y que después de cada caricia se asoma en su sinceridad,
con su brillo inherente, sólo para volverse a ocultar.
A perderse en el tiempo que dure la ausencia
de nuestras miradas que parecen dormir,
que comparten el mismo sueño despierto
en el que las palabras no tienen nada que decir.

Porque no ha habido ni habrá otra cosa como tenerte,
en esta oscuridad donde irremediablemente logré quererte.
Con la seguridad de que regresará la concordancia
de dos seres que se detienen a contemplarse en el momento.
Ya sin obsesiones y sin poner más pretextos,
a entregarse por completo y sin dejar espacio entre sus cuerpos,
a despojar la duda por si el destino se retracta,
a tan sólo un beso de distancia.

Hola (:

Hace unos días empecé a mover estas palabras a un nuevo lugar, y también a escribir nuevas por allá. Así que, si me quieres seguir leyendo, ...