miércoles, 30 de diciembre de 2015

Razón incognoscible


¿Con qué derecho apareciste en mi vida?
Con qué derecho mantuviste tu mirada fija en la mía,
preguntaste mi nombre, tocaste mi piel por accidente
y decidiste darme de tus horas para detener el presente.

Con qué derecho caminaste a mi lado,
se contaron secretos nuestras manos
y me hiciste perderme en tus brazos;
dibujaste en mí las mejores sonrisas
para terminar enredado en mis labios.

Con qué derecho te hiciste cotidiano,
mi mejor pensamiento diario,
recurriendo siempre al mejor recuerdo
de tu voz en mi cuello susurrando
que cada noche podríamos encontrarnos
en el más pasional y libre escenario
de escalofríos que avanzan despacio,
desmesurados desde el primer contacto,
haciendo suyos todos los espacios.

Con qué derecho llegaste tan lejos,
a la inevitable sensación de mi centro,
cuando apareces en una conversación,
en facciones casuales, en cualquier canción
o entre párrafos que alguien más escribió.

Con qué derecho desapareces de a ratos,
condenas y transformas como hacen los años
los lugares donde ya no estás,
donde me sostuviste con mayor fragilidad,
cuando el sol pareció alumbrar un poco más
hasta perderse tu silueta en el mar de ciudad.

Y al final, con qué derecho te vas,
cómo pudo tu imaginación llegar a pensar
que podría yo encontrar algo similar
a tus gestos imperfectos, a tu voz de terciopelo,
a la intriga de tus dedos recorriendo mi cuerpo.
A compartir tus silencios y romperlos sin hablar,
a escuchar una melodía al ritmo de tu palpitar.

Con qué derecho te desenredaste de mi boca,
de mis letras, de mis sueños,
de mi cabello y de las yemas de mis dedos
que desde hace mundos enteros ya no te tocan.
Las que ahora acarician el viento,
y al mecerse con él al igual que mi corazón se preguntan
qué habrá sido de quien creó las leyes del ser humano,
que le dieron la libertad de sentir y a la vez de perder tanto.
Quieren saber si él, como tú, habrán escapado;
él de sus ideas, de su más craso error e irreversible acción;
y tú, de mis manos, de mi sonrisa;
pero no de mi poesía.

Con qué derecho me besas
y después jamás regresas.






Hola (:

Hace unos días empecé a mover estas palabras a un nuevo lugar, y también a escribir nuevas por allá. Así que, si me quieres seguir leyendo, ...