martes, 13 de noviembre de 2018

Dentro del agua


Aquí, dentro del agua
superficie en calma
sonido que apenas se mueve
que viaja por debajo del cristal
que descubre mi piel.
Tranquilidad que desconocía,
danza del romance,
movimientos flotantes,
olas que laten.

Será que cada gota
acompaña mi sangre
en su flujo constante.
Lágrimas que perdieron su nombre,
que lloraron historias
y nadaron hasta olvidarse.

Apenas hará falta
el miedo profundo
de no sentir el suelo,
de pasos débiles,
de pies inseguros.
De dejar huella
en un camino
que desde hace tiempo
borró las respuestas,
que perdió la memoria.

Exhalar será voluntario
porque aquí sólo hay espacio
para respirar el aire de esperanza
de preocupaciones resueltas,
de amores eternos,
de corazones indefensos
que jamás fueron abiertos.

Cosquillas que abrazan mis dedos,
estabilidad que durará lo que dura el invierno
dentro del frío silencio de quien espera
lo que sabe que no llega, pero llena.

Desde aquí,
el reflejo del cielo se funde en espejo.
Y sé que no pertenezco,
que sólo existo en este momento.

Mientras los segundos se tornan tibios
y cuentan más lento el calor de mi cuerpo,
me quedaré a extrañar de nuevo.

Sin esperar, sin nadar,
sin dirección, sin color.
Sin más explicación que la de un alma
que ha bebido una vida de emoción,
que lo ha tenido todo,
que no le falta nada,
y todavía se ahoga de sed.

domingo, 6 de mayo de 2018

Desamor

¿Alguna vez has pasado una noche infeliz?

De esas con nubes llenas, listas para llover
esperando ansiosas el amanecer.

¿Alguna vez te ha abrazado el miedo?
Susurrándote al oído un "te quiero",
de esos que te paralizan por no entender
cómo el temor se logra mezclar con el amor
esperando una explosión que detenga el corazón
y con él la falsa ilusión

donde un beso podría diluirse en el dolor,
donde la tristeza que derrama tu boca,
forzada a ser silenciada,
es cambiada por un sabor
parecido al del placer.

Fuera de sincronía,
sobre una superficie blanda,
un par de latidos a dos metros de distancia.

Las tres de la mañana.
Salida difusa,
imperante escapatoria.

Gritos violentos que se mueren por saber
de dónde se saca la valentía para correr.

Para aceptar que el amor no debería doler,
para dejar ir lo que alimenta el vacío,

ese que alguna vez,
llenaste de querer.










Para mí, para ti,
para quienes lo dejan ir todo
para rescatarse a sí mismos,

para volverse a querer.

miércoles, 7 de marzo de 2018

A cuentagotas


Me hace falta escapar.
Quitarme los zapatos,
vaciar mi cuerpo de ideas
y empezar a respirar.

Correr sobre la tierra fría
sin llegar a sentirme libre todavía
pero ya sin miedo, sin recuerdos.
Sin fantasmas de lo que fue,
de lo que ya no tengo,
de quien fui,
de lo que sentí,
de lo que perdí.

Quiero escuchar lo que tenga que decirme el silencio.
Sin tener la obligación de contestar lo que pienso.
Sin tener que mentir, sin ahogar al corazón en la rítmica obligación
de controlar su sentir, de mantenerse en calma cuando muere por latir.

Voy a llegar tan lejos hasta encontrar el final,
ése lugar donde sienta que todo vuelve a comenzar.
Hasta que el camino se bifurque, se eleve hasta el cielo o se funda en mar.
Hasta que me muestre que estoy lista para evolucionar.
Para una metamorfosis perfecta en la que mis pies se separen de la tierra,
con la que el aire abrace lo esencial que me mantenga etérea.

Y ahí, en ese momento, rodeada de perspectivas nuevas,
alcanzar a recordar vagamente lo que era.
Una cascada de incertidumbres, emociones volubles y heridas abiertas.
Ahora agua dulce que lo ha curado todo para alimentar el cauce del mundo.

Detenerme un instante para llenar mis pulmones de conclusiones certeras.
Para entender que aunque quisiera regresar, para mí ya no hay espacio ni posibilidad.
Que las hojas que pisaría al volver atrás ya le pertenecen a otro otoño,
a otras huellas que recorrerán otro andar.
Que las nubes tomaron formas y las siguieron las sombras.
Que se llenaron tanto de lo que en la atmósfera encontraron y no pudieron más.

Que yo, como el viento, desordené de los árboles sus copas,
lancé advertencias dolorosas como truenos,
y en un último respiro profundo,
cuando todo se helaba en la oscuridad,
liberé mis puños, abrí los ojos,
y me dejé llover.

Así, palabra a palabra,
a días y a recuerdos,
a besos, a cicatrices,
a ilusiones, a fragmentos,
a nombres, a promesas y a versos.

Dejé ir cada cosa para que volviera al viento,
al arroyo de donde alguna vez lo bebí todo con sed de alegría.
Me liberé de lo que apreté tanto, pero no me pertenecía.

Y así, a cuentagotas, me diluí cristalina,
en una nueva corriente que me invitaba a ser feliz,
a desenterrar mi raíz,
y me dejé fluir.










Hola (:

Hace unos días empecé a mover estas palabras a un nuevo lugar, y también a escribir nuevas por allá. Así que, si me quieres seguir leyendo, ...