No culpo a la locura.
Las tres de la mañana, la noche eterna que al final se acaba.
Miradas.
Cerveza que vuela como el humo que la atraviesa.
Instante de luces, silencio y limón.
De voces sin nombres, de calor.
La improvisación perfecta,
razón de sobra en un oscuro resplandor.
Frenética pasión,
tranquila convicción:
flotar y rodear tu cuello,
libertad en un beso.