domingo, 1 de febrero de 2015

Progresión

Procesos que viven dentro,
que no vemos y que, como nosotros,
se miran cada mañana en el espejo.
Aunque durante la noche ellos
no hayan cerrado los ojos.

Esos que como cualquier enfermedad,
viven en nosotros.
Que se incuban, que no sentimos,
hasta que después de cierto tiempo
se manifiestan en nuestros sentidos.

Procesos a los que nos sometemos
inconscientes del cambio.
Drogados de emociones, alucinados.
Esos que nos infestan, que nos consumen.
Que se manifiestan en risas, en caricias frías.
En sollozos desiertos, en camas vacías.
Que se desbordan, que se contagian sin mesura
con la consciencia del crecimiento,
con la ignorancia del peligro, sin control.
Sin conocer la existencia de algún medicamento
que suprima las fallas o el posible dolor.

Procesos inadvertidos
que comienzan un día en alguna oficina.
En alguna fiesta ebria de conversaciones abiertas.
Que se cocinan en el camino al trabajo
entre el tumulto de algún subterráneo.

Procesos que por las calles
a media noche van de la mano
bajo luces artificiales
que caminan cuadras y aceleran el paso.
Esos que se abandonan en la distancia,
que son hermanos de los que se guardan
en lo más profundo de dos almas.

Procesos que llevan el nombre de mil palabras
y de todas las que faltan.
Que le apuestan a los favores, a esa mirada.
A las respuestas y a cada "gracias",
a las acciones desordenadas
y a las señales claras.

Procesos que viven su propia vida,
que florecen más allá de sus murallas.
Que inofensivos, a veces dañan.
Y que un día, después de hacer tanto ruido,
sin apenas emitir un sonido,
y quizás sin saber del mañana;
mientras dormimos, mientras vivimos,
sanan.













Hola (:

Hace unos días empecé a mover estas palabras a un nuevo lugar, y también a escribir nuevas por allá. Así que, si me quieres seguir leyendo, ...