Ingenua, perdida.
Creyendo todavía
en decisiones que no se toman, que existen por sí mismas.
Queriendo controlar su momento para volar, para olvidar.
Para decirle que no a la emoción que ya no es posesión, que ahora la posee.
Cuando en el fondo sabe que, desde que salió de noche,
al dejarlo todo y al abrigar su corazón,
ya no sabría volver,
ya no querría volver.
Ya no tenía nada que perder.