jueves, 16 de julio de 2015

Latente

Anoche volví a soñarte.
Esta vez decidí no contártelo, pues te conozco tan poco que temía que no fueras tú, que te hubiera confundido y pudieras comprobarlo.
Y aunque no te lo cuente, lo escribo para que el futuro no lo haga verdad.
Confío en que en una nueva realidad, nuestros labios no se apresurarían como lo hicieron;
en que mi piel sería más sensible a tu tacto y que tus ojos me recorrerían aún más despacio.
No como en otro tiempo.
"Deja de recordar, deja de recordar..."... silencio.

Intenté apartarte sin justicia.
Guardarte en la memoria que día tras día está más perdida
y que por sí misma se olvida.
Pero era inútil, o excelente, mi intento: mediocre, cerraba los ojos y aparecías.
Dibujándote como historieta muda, repetías las palabras que ya no escuchaba
pero que respondí hace unas horas desde mi cama.

Así pasé el día, sin más compañía que la mía.
Y regresé a casa, antes de que el atardecer me diera la espalda.
Calma, todo era calma.
Hasta que el camino se elevó por el puente cotidiano que,
por ese momento, no quise que terminara.
Conforme subía, fuiste apareciendo en el cielo.
En ese que me contaste tuyo hace poco, que había atravesado las horas contadas
y ahora preciso se pintaba en este lienzo.
Tú, sin decir nada, reproduciendo las siguientes escenas de la historia en la pantalla de mi mente.
Nuestras miradas se acercaban,
el cielo permanecía a la expectativa del nuevo recuerdo que ya de ti tenía.
Ya sin prisas, con las luces prendidas.
Sin escapar y sin acciones medidas.

Por esos segundos no sentí que mi cuerpo acelerara.
Durante el resto del trayecto, una sonrisa no se borraba.
Se reía descarada, cómplice de lo que ya sabía y que por fin reconocía:
que quizás podría olvidarme de cualquier sueño,
pero no de un beso como esos.

Hola (:

Hace unos días empecé a mover estas palabras a un nuevo lugar, y también a escribir nuevas por allá. Así que, si me quieres seguir leyendo, ...