martes, 20 de mayo de 2014

Tormenta

A veces tengo miedo de no quererte.
De que ya no pasen más los años y el cariño no llegue, no nos llame, no florezca.
También me doy cuenta de que es inútil querer cambiar esa ley de atracción.
Intentar alterar el flujo de una confianza que está determinada a permanecer sentada, a observar.
A observar cómo el tiempo consume y erosiona la posibilidad de nuestro acercamiento.
Sé que no está en nuestras manos, porque esa posibilidad simplemente no está en ningún lugar.
Sé que no me quedará más que valorar el silencio, y quedarme sentada, a observar.
A observar las palabras y emociones que revolotean como una nube alrededor de tu cuerpo.
Esa nube que soplará violenta por días o meses, hasta que ya no estés, hasta que tu cuerpo se apague y no lo sigan más tus pies.

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