jueves, 23 de julio de 2015

De lejos

Le dije que estaba bien, que continuara.
Que hiciera lo que le viniera en gana si su emoción así lo ameritaba.
No me opuse, me convertí en nada.
Su camino quedó expuesto y, con él, sus ganas.
Su insaciable objetivo inexistente,
sus manos que quieren asirlo todo sin haber sido tocadas.

Le abrí la puerta que él mismo inventó y le dije que volara.
No como orden ni sugerencia, pero sí como quien lee las conciencias,
lo que dictan, lo que gritan y que a veces callan.

Que sus pies vayan a donde quieran
y que sus palabras las escuchen mil oídos.
Que su boca bese hasta la más mínima sombra:
cualquier sueño, cualquier cuello,
cualquier mentira y cualquier espacio;
pero no mi verdad, pero no mis labios.






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