jueves, 15 de octubre de 2015

Presente

Decidí que sí.
Que sí te quiero.
Y no sé bien en qué momento,
pero creo que fue mientras dormía.
Quiero que caminemos juntos al perder el sueño.
Que me cuentes por qué la querías y qué se salió de tus manos.
Quiero saber cómo encendiste la luz en medio de esa pesadilla,
cómo te deshiciste de la soledad infinita
mientras estás hoy conmigo, aunque aún no encuentres otra salida.

Decidí que puedo ser lo que quieras que sea,
sin dejar de ser yo, sin saber lo que dicen de mí tus ideas.
Quiero que sepas que tengo tantas páginas como tú tinta en tus venas.
Que me encantaría que escribas en ellas lo que te sobre, lo que ya no quepa,
lo que se desborda de los días que dejaste atrás
pero llevas a diario en tu cabeza.

Quiero que preguntes lo que sea.
Que me dejes tomar mi tiempo para darte una respuesta,
una que se acerque a lo que te diría si las caricias lo hicieran.
Quiero que sigas aceptando tu inseguridad, la mía y la indecisión plena,
que tus dedos recorran las paredes a ciegas
hasta que se deslicen por alguna puerta
y me encuentres tras una de ellas.

Quiero que no surjan dudas.
Que me dejes observarte mientras caminas, mientras hablas;
al tiempo que el presente me intenta explicar,
lograr trazar un mapa mental
con todos los pasos que tuve que dar
para poder llegar a este preciso lugar.

Y que, entonces, nada quiera cambiar:
ni la canción que cantas ni el tono en el que estás.
Porque ya conozco del destino un poco,
de la noche, de sus rostros, del sol y el de tus ojos.
Sé que mañana podré amanecer en otra sonrisa
siempre tan distante y similar a la tuya que,
al menos en mi mente,
podré llamar mía cuando la recuerde;
así como la mía, cuando lo decidas,
fugaz podrá pertenecerte.



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